"Menú a S/. 1.00", se publicaba en un letrero pegado en la ventana del comedor popular del Distrito de La Victoria, situado en la avenida Iquitos, frente a la plaza Manco Cápac.
Era la una y diez de la tarde, me aproximé a dicho lugar. De fachada deteriorada con tonos blanco y amarillo muy suave, cubiertos de capas plomizas por el polvo. Un recinto tétrico, muy descuidado y aún cuando ni siquiera había logrado entrar, sentí el olor de comida no tan agradable para el olfato y el aspecto de algunos comensales que comenzaban a entrar era caótico, espantoso y penoso.
Una vez dentro, a un metro de distancia de la puerta principal decía "caja". La gente se ponía en fila, pagaba y luego se dirigía a coger una charola y cubiertos para luego disponerse a realizar fila nuevamente hasta llegar a unas pequeñas ventanillas.
En la primera ventanilla colgaba un letrero que decía "sopa", en la siguiente "segundo" , en la otra "postre" y por último la ventanilla de "refresco". Cada comensal recogía su porción que era servido por un personal de cocina. Una vez completada la ración muy lentamente se dirigían al salón principal que era el comedor, donde había más de treinta mesas y sillas en mayor número.
El "Centro de alimentación y nutrición Nº 3 de La Victoria" es un comedor popular que pertenece al Ministerio de Salud. "El menú tiene bajo costo porque es subsidiado por el Ministerio y por algunas ONG" cuenta Miguel Carrillo, un caballero atento, de contextura delgada y administrador de la institución.
- ¿Cuántos menús reparten a diario? -le pregunto.
- Aproximadamente unos mil cincuenta.
- ¿Y cualquier persona puede comer aqui?
- Sí, este comedor está abierto para cualquier tipo de público. Mayormente vienen personas de recursos económicos muy escasos. Llegan madres solteras, prostitutas, ambulantes, pordioseros y ex convictos. Cada uno de ellos con diferentes historias.
- ¿Cómo es que programan el menú de cada día?
- Este comedor cuenta con una nutricionista. Ella hace un balance del menú para toda la semana.
- Entonces atienden de lunes a domingo -le digo.
- No, sólo de lunes a viernes.
- ¿Y desde que hora atienden?
- Desde el desayuno. Abrimos a las siete de la mañana y el almuerzo es a partir del medio día. Cerramos el local hasta cuando se acabe la comida.
Los que acudían más eran las personas de la edad adulto mayor y madres. La mayoría de ellas con tres o cuatro críos como mínimo. Muchos de ellos se conocían y entablaban conversación. Algunos soltaban carcajadas escandalosas y otros se quedaban dormidos mientras comían.
Este comedor es un restaurante donde no existe mozos bien vestidos, ni cuenta con mesas mostrando vasos de cristal y menos aún con platos a la carta, pero que con un sólo tenedor mitiga el hambre de todo aquel que llega fatigado por la pobreza.
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